La leyenda de Rebeca

En el reino de Eltibas, la princesa Rebeca vivía entre esplendores y sombras. Su corazón, sin embargo, anhelaba algo más allá de las paredes del palacio. En uno de sus paseos por el bullicioso mercado, sus ojos se encontraron con Álvaro, un comerciante apasionado que comerciaba no solo con bienes, sino con historias y risas.

Desde el primer encuentro, Rebeca y Álvaro sintieron una conexión mágica que desafiaba las normas sociales. Sin embargo, la reina, ambiciosa y manipuladora, no veía con buenos ojos la relación entre su hija y un comerciante sin títulos nobiliarios. La astuta reina urdió un plan para separar a los amantes, utilizando su influencia para sembrar la desconfianza en el corazón de Rebeca.

A pesar de los desafíos, el amor entre Rebeca y Álvaro se fortaleció. El comerciante, consciente de las maquinaciones de la reina, juró proteger a la princesa a cualquier costo. Juntos, enfrentaron la adversidad, encontrando refugio en la sinceridad de sus sentimientos.

Sin embargo, la reina, al ver que su plan no funcionaba, recurrió a artimañas más oscuras. Un maleficio cayó sobre Álvaro, sumiéndolo en un sueño profundo del que solo podría despertar con el beso verdadero de Rebeca. La reina, desesperada por controlar el destino de su hija, encerró a Rebeca en la torre más alta del castillo, alejándola de su amor.

Días y noches pasaron, y Rebeca, ignorante del destino de Álvaro, lloraba por su ausencia. La tristeza de la princesa teñía el reino de sombras mientras la reina observaba desde las sombras, creyendo que había triunfado sobre el amor verdadero.

Sin embargo, la valentía de Rebeca no conocía límites. Con lágrimas en los ojos, se enfrentó a la tiranía de la reina y descubrió la verdad sobre el destino de Álvaro. Determinada a liberar a su amor, la princesa emprendió un viaje peligroso, enfrentándose a criaturas místicas y superando pruebas sobrenaturales.

Finalmente, llegó al lugar donde Álvaro yacía en su sueño encantado. Con un beso lleno de amor y desesperación, Rebeca rompió el maleficio. Pero el precio del despertar de Álvaro era alto: un sacrificio que solo podía ser pagado con la vida del comerciante.

Álvaro, con una sonrisa triste, le confesó a Rebeca la naturaleza de su sacrificio. El amor que sentían era tan fuerte que no podía ser sostenido en el mundo de los vivos. En un acto heroico, Álvaro eligió dejar este mundo para proteger a la mujer que amaba.

Rebeca, abrazando el cuerpo frío de Álvaro, lloró desconsoladamente. El reino de Eltibas se sumió en la tristeza, y la reina, presenciando la devastación que había causado, se retiró en silencio, llevando consigo el peso de su manipulación.

La leyenda de Rebeca y Álvaro se contó de generación en generación en Eltibas, recordando un amor tan puro y fuerte que trascendió la vida misma. El reino llevó el duelo en sus corazones, y la princesa, aunque gobernaba con sabiduría, nunca superó la pérdida de su amado comerciante. Sus lágrimas se convirtieron en leyenda, y el reino de Eltibas, marcado por un amor que desafió las adversidades, se sumió en la melancolía, esperando el día en que el amor de Rebeca y Álvaro se volviera a encontrar en el más allá.